sábado, 7 de marzo de 2015

Otro año mas sin vosotros, pero otro año mas a vuestro lado



Necesito no escribir que hoy quiero morir. Que quiero dejar mis alas a un lado y tirarme al vacío. No poder volar. No poder escapar. Morir. Morir lentamente, mientras me dejo caer en esta oscura espiral.
La gente no se da cuenta de cuantas veces podemos sufrir al día. Cuantas veces nos levantamos de la cama y pensamos “Esto es todo lo que me puede dar la vida?” “Esto es todo lo que voy a sentir para siempre?”

Y quieres huir. Quieres salir corriendo por la puerta y cerrarla bien fuerte tras de ti para que nada ni nadie te hagan volver. Pero te das cuenta, que por muy lejos que estés, los recuerdos y los sentimientos siempre te persiguen.
Te levantas en tu cama, o en una cama extraña. En tu cama de toda la vida, o en una al otro lado del mundo, y aun así te sientes pequeño, insignificante. Te duele ahí dentro. Te pincha el corazón. Intentas levantarte, pero hoy ya no puedes porque ese dolor no se puede apagar con un interruptor.

Cuantas veces te has secado los ojos llenos de lágrimas, lagrimas por pena, tristeza, dolor. Ausencia que se va llenando cada vez más y más de recuerdos ya vividos, recuerdos ya pasados. De personas que se marchan sin decir adiós, o personas que no quisieron jamás soltarte la mano y lo hicieron.
Cuantas veces has sentido que mientras sigas vivo ese dolor jamás desaparecerá. Y el mundo se te hace añicos frente a ti. Caes en una espiral una y otra vez. Intentas levantarte y no puedes. No encuentras una mano a la que aferrarte fuertemente, y te das cuenta que otra vez, estas solo.
Y pasaran dos años, o veinte, y seguirá siempre ese dolor.

Podría escribir millones de sensaciones que ahora mismo se me pasan por la cabeza. Historias que recordar, momentos que hemos vivido. Pero el final siempre es el mismo, el de que tú ya no estas.
No me imagino una vida sin vosotros, o eso diría hoy, aquí. En el aniversario de tu muerte. Hoy hablaría de mi padre, de mi madre. Hoy hablaría de ese dolor que me causa no tenerles. Hoy le contaría a aquellos que no saben o no entienden, que valientes son aquellas personas que aun cuando sus corazones lloran, sonríen a la gente.

Hoy escribiría sin parar lo triste que es una vida rodeada de muerte. El vacío que se queda en tu 
interior. Ese hueco que nadie en el mundo llenara. Esa sensación un día sí y otro también de que te falta algo. Esa cara de idiota que se te queda muchas veces al pensar que al llegar a casa te encontraras a tu madre sonriente. O que el día de tu cumpleaños tu padre te escribirá cuanto te quiere. Pero nunca sucede.
Hoy escribiría todo eso y mucho más. Pero hoy es un día triste para recordar. Recordar a una persona que pienso en el cada día. Mi padre. Jamás he conocido a alguien que supiera reír tanto a la vida, aunque esta le diera una y otra vez mil golpes. Jamás he conocido a alguien que no se enfadara por tonterías.  Jamás he conocido a nadie que tuviera el humor que el siempre tenía.

Hoy escribo a mis hermanos. Ellos son mis pilares en esta vida. No tengo nada más. Mi padre me enseño que se podía vivir con muy poco. Le doy la razón. He aprendido en estos dos años que aunque me sienta triste porque mis padres no están, soy la persona más afortunada del mundo por tener los hermanos que tengo.
 Son…especiales. Tienen una manera de ser única, así como la tenían mis padres. Pero les quiero. Doy gracias a la vida por no haberme tirado por una ventana hace tantos años, meses, días. Doy gracias a la vida por encontrar fuerzas de donde no las hay por seguir respirando y así poder disfrutar de ellos un poco más.
Por qué si mañana muriera, haría todo lo posible, aunque me pasara una eternidad, por volver a nacer en esta misma familia.
Hoy no debería de ser un día triste, pero lo es. No puedes evitar sentirte solo, sentirte dolido, sentirte apenado o roto. Pero si levantas la cabeza y miras dentro de ti, tal vez encuentres una luz a tu oscuridad.

La mía son mis hermanos. Le doy gracias a mis padres, por ellos. Porque si se caen, yo siempre les daré mi mano. Por que si me necesitan, yo siempre estaré ahí. Por que si se pierden, yo les guiaré a casa. Y por que si se sienten solos, yo siempre les acompañaré, como mis padres me enseñaron a hacer.